Apoyaba al Dr. Carpizo como mensajero y chofer, entre otras actividades.

 

Era el 21 de agosto de 1994, el Dr. era el presidente del entonces Instituto Federal Electoral (IFE), nos habían citado a las 7:00 a.m. y como siempre el quería llegar primero para conocer los detalles de la jornada electoral. La mañana comenzó como siempre (trabajando); desde que abordó su coche iba leyendo, llegó a su oficina y comenzaron las llamadas, las reuniones, las declaraciones y arrancó una de las elecciones más concurridas en el país.

 

Llegó el medio día y aunque la carga de trabajo era brutal se abrió un espacio para dirigirse  a votar −dejando con ello la invitación a todos los mexicanos−, llegó la hora de la comida y se dirigió al comedor de la presidencia. Fue entonces que se percató de la ausencia de uno de los consejeros, discretamente me ordenó buscarlo, pues no empezarían a comer si no estaban todos a la mesa. Continuó la tarde con más cesiones en el pleno del Consejo Electoral e idas y venidas a su oficina; cuando cayó la noche y el cierre de las elecciones, él estaba sorprendido y satisfecho pues hubo un par de incidentes que ponían en riesgo la pulcritud de los resultados. Francamente no le vi cenar y las horas pasaron recibiendo información de los estados, así como de los representantes de los partidos políticos, que dicho sea de paso ninguno objetó el resultado, todo fueron apretones de manos y reconocimientos por el trabajo hecho. Poco a poco nos empezamos a dar cuenta que la noche era madrugada y él seguía recibiendo a su staff y dando órdenes como si apenas recién comenzáramos. Por fin dieron las 7:00 a.m. del día siguiente y decidió irse a su casa en el sur de la ciudad, subió a su coche en la parte posterior y salimos a toda prisa, ¿cuál fue mi reacción al verle tomar el teléfono y continuar trabajando? Por fin llegamos a su domicilio, habrán sido las 8:00 a.m. y me dijo "qué día verdad, váyase a descansar" muy en mis adentros no anhelaba otra cosa más que obedecerlo, cuando terminó de ordenarme "nos vemos a las 11:00 a.m.", dieron las 10:30 a.m. y hubo que salir corriendo, pues el Presidente de la República lo esperaba en Los Pinos.

 

Esas eran las jornadas laborales de Jorge Carpizo…que a lo largo de su vida fueron muy frecuentes.

 

 

 

 

 

Manuel Martínez Rodríguez

Universidad Nacional Autónoma de México

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